Tener una vida sexual, amorosa y romántica satisfactoria es de enorme importancia para nuestro bienestar. A pesar de la creciente popularidad, incluso entre algunos psicólogos, de que estar soltero es tan estupendo como tener una buena pareja o que no tener sexo es tan bueno como tenerlo, investigadores de la Universidad de Groningen (Países Bajos) explican en un estudio reciente que la ciencia ha demostrado que esta idea es totalmente errónea.
No te dejes engañar por las seductoras promesas de la psicología positiva (algunas de las cuales son realmente buenas y tienen base científica, mientras que otras son ilusiones), y aunque sólo recuerdes una cosa de este artículo, que sea la siguiente: según la ciencia, tener una vida sexual y romántica satisfactoria es uno de los factores más importantes de felicidad a largo plazo, satisfacción vital y bajo estrés. Por supuesto, tener malas experiencias sexuales o románticas puede ser tan malo y a menudo mucho peor que estar soltero.
Hace poco estaba hojeando revistas sobre inteligencia, cuando encontré un país de las maravillas del conocimiento que no me esperaba. Numerosas investigaciones demuestran cada vez más que la inteligencia desempeña un papel fundamental en nuestra vida sentimental y sexual.
La importancia de la relación entre la inteligencia y la selección de pareja es tan grande que incluso explica por qué los humanos somos humanos, por qué somos capaces de las cosas que somos capaces y por qué nuestras habilidades cognitivas superan a las de otras especies.
En este artículo, exploraremos esa influencia, cómo moldeó nuestra evolución como humanos e incluso cómo podemos utilizar este conocimiento para tener una vida romántica más satisfactoria. Tanto los lectores solteros como los comprometidos encontraréis algo útil. Así que prepara tu concentración, sube a bordo y tira tus prejuicios por la borda mientras navegamos por los increíbles mares científicos de la inteligencia y el sexo. No saldrás indiferente.
Las raíces evolutivas de la inteligencia humana
Tradicionalmente, los investigadores han pensado que los humanos desarrollamos nuestra extraordinaria inteligencia porque nos ayudaba a sobrevivir. Según la teoría más famosa de Darwin, los que poseían las habilidades más valiosas para la supervivencia tenían más posibilidades de sortear los peligros y tener descendencia.
Sin embargo, como muy bien propuso el psicólogo evolutivo Geoffrey Miller, nuestro nivel de inteligencia parece ir mucho más allá de las necesidades sociales básicas que eran necesarias para sobrevivir en grupo. Era otra fuerza la que estaba en juego, una fuerza ya propuesta por Darwin pero desestimada por la mayoría, la que sugería que la supervivencia también se decidía por la selección sexual o, en otras palabras, quién tenía sexo y se reproducía.
Cuando Darwin estudiaba animales como el pavo real, se sintió realmente confuso al observar que algunos rasgos habían sobrevivido incluso cuando eran perjudiciales para la supervivencia de dichos animales, como la cola del pavo real. Pronto comprendió que esos rasgos ayudaban a encontrar pareja, ya que hacían que el animal resultase más atractivo (¡eh, pavo real, eres mucho más sexy con esa cola!), aunque a veces fueran perjudiciales para la supervivencia, ya que el animal era una presa más fácil de detectar. Así que Darwin tuvo que ampliar su teoría de la selección para incluir, como decíamos antes, el componente de selección sexual.
Tanto los animales como los seres humanos intentan ofrecer al otro sexo los rasgos y comportamientos que el otro sexo considera atractivos. Hacerlo les ayudará a encontrar pareja y a reproducirse. Y si quieres una prueba moderna de la teoría del pavo real, sólo tienes que pensar en los riesgos a los que se someten ambos sexos para ser más atractivos. Puedes ver un ejemplo fácil cuando las chicas van con falda en un día de nieve a una discoteca. O puedes prestar atención a los hombres que intentan demostrar su valentía haciendo cosas temerarias delante de las chicas que les gustan, como saltar desde los acantilados de una playa.
Dado que los rasgos que ofrece cada sexo son función de la oferta y la demanda del otro sexo, el otro sexo intentará ofrecer lo que cree que se demanda. Si lo que quieres encontrar es diferente de lo que la mayoría de tu propio sexo busca en tu cultura, tendrás más dificultades para encontrarlo.
¿Cómo se aplica entonces la selección sexual al rasgo concreto de la inteligencia? Dado que una mayor inteligencia suele conducir a un mayor éxito, estatus y posibilidades de supervivencia de una familia dentro de los grandes grupos humanos sedentarios (una afirmación que sigue siendo válida incluso hoy en día, como puedes aprender en nuestro artículo sobre cómo la inteligencia predice el éxito), es comprensible que ambos sexos -y especialmente las mujeres- prefieran un compañero más inteligente en comparación con un compañero menos inteligente (otras variables iguales, por supuesto otros factores pueden influir y complicar las cosas).
Si además añadimos que la inteligencia parece ser un indicador de la aptitud física y, por tanto, de la calidad de los genes de una persona -ya que por ejemplo algunos estudios han descubierto que el CI se correlaciona con la simetría física-, podemos entender cómo la inteligencia se ha ido convirtiendo en un factor tan importante en una pareja. Para calibrar si alguien podía ser una buena pareja, los humanos desarrollaron la capacidad de discernir el nivel de inteligencia de una persona en las interacciones sociales, aunque con un cierto grado de error.
A medida que las personas menos inteligentes en un momento dado eran descartadas como parejas sexuales en favor de individuos más inteligentes, a lo largo de los siglos, sólo las personas de inteligencia cada vez más elevada eran seleccionadas como parejas. Este proceso explica por qué hemos alcanzado nuestro actual nivel de alta inteligencia como humanos y se conoce como el "bucle de selección de inteligencia".
Sin embargo, puede que estés pensando que deben haber más factores en juego aparte de la inteligencia. Y tienes razón.
¿Qué buscamos en una pareja?
¿Buscamos todos lo mismo en una pareja? Hay algunas variaciones de una persona a otra, pero al nivel más básico, ¡sí!, hay cuatro cosas principales que estamos genéticamente predispuestos a buscar en una pareja: (1) atractivo físico y salud, (2) competencia psicológica -como inteligencia, sentido del humor, etc.-, (3) compasión -pareja dispuesta a invertir en la relación y a colaborar- y (4) compatibilidad -encajar bien juntos, aficiones, estilos de vida, formas de ver la vida o religión, posturas políticas o incluso formas de resolver conflictos similares complementarias-.
Muchos científicos, encabezados por el antropólogo de fama mundial David Buss, han estudiado el peso relativo de los distintos factores de interés en una pareja, es decir, la importancia de cada uno de ellos. El atractivo (como indicio de buenos genes y salud) ha sido clasificado una y otra vez en cada estudio como el factor más importante y lo que puede hacer tener interés o no tener ninguno. Es necesario un mínimo de atracción para tener cierto nivel de interés.
Pero el segundo rasgo más importante fue, como es lógico por lo que hemos visto, la inteligencia. Incluso en las relaciones sexuales a corto plazo, los estudios han demostrado que el cociente intelectual desempeña un papel en la atracción tan importante como en las citas a largo plazo. Pero no se trata sólo del cociente intelectual. Un estudio muy reciente de profesores de la Universidad de Australia Occidental descubrió que, aunque la inteligencia cognitiva era muy valorada, la inteligencia emocional era más importante a la hora de considerar el atractivo de una persona.
Una conclusión lógica sería: de acuerdo, cuanta más inteligencia tenga alguien, mejor, ya que el número de personas interesadas será mayor y será más fácil encontrar parejas interesantes, ¿verdad? Pues... hocus pocus, la biología siempre nos sorprende y no es tan fácil.
Cómo afecta la inteligencia a ligar
Cuando flirteamos, salimos con alguien o incluso mantenemos una pareja, siempre estamos evaluando si esa persona es la adecuada para nosotros en ese momento. Evaluamos sin parar tanto nuestro propio valor como el de la otra persona, es normal y una tendencia humana innata. Detrás de nuestros miedos a envejecer o a perder nuestra belleza se encuentra en gran medida esta tensión. Dos fuerzas que compiten entre sí a la hora de decidir si alguien es la persona correcta, pero también si nosotros lo somos para nuestra pareja. Por un lado, queremos a alguien con el mayor valor global posible (atractivo, inteligente, sano, etc.), mientras que, por otro, queremos y necesitamos a alguien que tenga un valor global similar al nuestro.
Esta última fuerza de encontrar a alguien similar calma nuestros sueños de encontrar a alguien perfecto y se denomina “emparejamiento selectivo”. Esta inclinación hacia rasgos similares a los nuestros nos ayuda a evitar el riesgo de tener una pareja más valiosa que nos abandone y también ayuda a encontrar alguien que sea compatible con nosotros. Como explican la psicóloga Maryanne Fisher, de la Universidad de Saint Mary (Canadá), y sus colegas, comprender nuestro propio valor real es muy importante, pues de lo contrario seremos rechazados por quienes consideren que su valor es claramente superior o inferior. En el segundo artículo de esta serie, te presentamos un sencillo ejercicio que puedes utilizar para comprender tu autopercepción. Es muy interesante.
Otro efecto importante a tener en cuenta, sobre todo si eres bastante brillante, es que una mayor inteligencia significa un mayor valor como pareja. Pero sólo hasta cierto punto, porque en los últimos años varios estudios de científicos han descubierto, que hay un nivel muy alto de inteligencia a partir del cual cuanto más dotado es alguien, menos atractiva es percibida cada onza extra de inteligencia por el mercado general. Veámoslo en un gráfico (donde el eje X es el CI en términos de % de la población superada, y el eje Y lo atractivo que es de 1 a 6):
¿Cómo es posible que ser super inteligente sea peor? Bueno, según los estudios parece que la mayoría de la gente tiene el prejuicio de que las personas superdotadas no serán buenas parejas. Algunas de las razones que dieron los participantes en el estudio fueron que las parejas muy dotadas probablemente serían arrogantes, tendrían poca inteligencia emocional, serían socialmente torpes o serían tan inteligentes que habría un desequilibrio en la pareja (¿recuerdas el equilibrio de valor del que hablábamos antes?).
Sin embargo, a pesar de estos estereotipos tan habituales, lo curioso es que los estudios han descubierto que en la vida real las personas con un CI muy alto tienen de media unas habilidades sociales similares a las de las personas con un CI normal y, de hecho, parecen evitar más los conflictos que la población general, como han descubierto investigadores holandeses.
Algo muy distinto ocurre cuando nos centramos únicamente en la inteligencia emocional (IE). En este caso, de nuevo la gente intentará encontrar una pareja con un nivel similar de Inteligencia Emocional, pero en este caso es más obvio que cuanto más alto, mejor. Simplemente se llega a un punto en el que un gramo más de comprensión de las emociones y de buena comunicación no aporta nada. Veamos el gráfico (donde el eje X es la Inteligencia Emocional en términos de % de la población que supera, y el eje Y lo atractiva que es de 1 a 6):
Cuando encontrar a la pareja adecuada es difícil
Si buscáramos una pareja con exactamente los mismos rasgos que nosotros, e idealmente incluso un poco mejores, tendríamos muchos problemas para encontrar a alguien, nuestra copia exacta, nuestra media naranja. Para mejorar nuestras posibilidades de éxito, buscamos a alguien con un valor global similar que ofrezca menos en algunos rasgos que nosotros pero más en otros. Además, como parece que cada sexo tiene preferencias ligeramente distintas e incluso cada persona tiene su propia constelación de deseos, cada uno acudirá al mundo de las citas con una mezcla muy singular de deseos y factores de atracción, como explica en un estudio reciente el profesor Curtis Dunkel, de la Universidad de Western Illinois.
Piensa en lo increíblemente bellas que son muchas de las esposas de los jugadores masculinos más famosos de la NBA en comparación con muchos de los propios deportistas. Pues bien, precisamente la pareja ha encontrado un equilibrio entre la belleza de la mujer y el elevado estatus social y económico del hombre. Los hombres son más proclives a ello, ya que el atractivo físico desempeña un papel más importante para los hombres que para las mujeres.
Podrías estar pensando: "¡Había notado eso y lo encontré muy superficial!". Entiendo tu frustración. El Prof. Buss explica que la ciencia ha descubierto que los hombres tenían una buena razón evolutiva para esta preferencia. Existe una asociación entre la belleza de la mujer y su fertilidad. Y este tipo de preferencias materiales también se aplican a las mujeres, porque se ha descubierto en varios estudios que las mujeres valoran mucho más la educación, el estatus social y el ingreso de sus parejas que los hombres. Lo cual tiene mucho sentido, ya que hace miles de años era un fuerte predictor de si la familia podría alimentar y sostener a sus hijos. Así que digamos que la cuenta está igualada.
La trampa que sufren las mujeres con alto cociente intelectual
Poco se sabe sobre cómo de bien funciona cada combinación de rasgos en el mundo de las citas, cuál es mejor y cuál es peor. Pero hay una combinación muy específica que varios estudios recientes están verificando y que personalmente encuentro bastante preocupante. Las mujeres con un CI alto o muy alto y un atractivo físico promedio tienen un mayor riesgo de no encontrar pareja.
Científicos estadounidenses descubrieron que, si bien la inteligencia de las esposas se puede predecir por la inteligencia de su esposo, esto no era cierto en sentido contrario. La inteligencia de los esposos se predecía tanto por la inteligencia de la mujer como por su atractivo. Esto significa, en otras palabras, que las mujeres altamente inteligentes tienen que competir por hombres de inteligencia similar con mujeres menos inteligentes pero más atractivas. Un efecto que ocurre solo en mujeres de alto cociente intelectual y no en mujeres de inteligencia promedio.
Esta situación crea una trampa para encontrar parejas a las mujeres con un alto CI, como explica el profesor Jonason, porque las mujeres quieren encontrar a un hombre con una inteligencia similar o preferiblemente mayor, y son menos propensas a rebajar sus estándares en este aspecto. Si añadimos a la ecuación que una mujer con un nivel de inteligencia muy alto tendrá un conjunto más reducido de hombres con inteligencia similar entre los que elegir, se hace evidente que el problema puede ser bastante significativo, ya que, como hemos mencionado previamente hasta el aburrimiento, buscamos a alguien similar.
Llegando al puerto de destino
Después de navegar juntos durante un tiempo por los increíbles mares de la inteligencia y la atracción de pareja, hemos llegado a puerto. Hemos abarcado mucho sobre cómo elegimos pareja romántica, las raíces evolutivas de esas preferencias y cómo tanto la inteligencia cognitiva como la emocional afectan profundamente a nuestra vida romántica. Pero eso no es todo, porque estos conocimientos pueden aplicarse para mejorar tu vida romántica. Si quieres aprender estrategias específicas de cómo aplicarlo, tanto si estás soltero como si tienes pareja, consulta dentro de un mes nuestro segundo artículo de esta serie: Estrategias para lograr el éxito romántico en personas inteligentes.