La inteligencia es un campo lleno de profundas y fructíferas investigaciones científicas psicológicas. Sin embargo, la cantidad de mitos y conceptos erróneos que podemos encontrar en la sociedad, algunos de los cuales desmontamos en nuestro artículo sobre los mitos de la inteligencia, es asombrosa.

El enorme número de mitos se debe en parte a la jerga excesivamente técnica que utilizan los investigadores en psicología, en parte al interés de los periodistas por publicar únicamente descubrimientos que puedan convertirse en artículos "click-bait" y, como recuerda Gottfredson (1998), en parte también a la creencia social de que todos somos iguales y de que cualquier resultado científico que cuestione esa noción debe ser ignorada. Y la madre naturaleza se obstina en mostrarnos cada día lo diferentes que son realmente nuestras capacidades desde que nacemos. Pero a veces, esas ideas erróneas son el reflejo de que los investigadores siguen debatiendo abiertamente una cuestión. Y eso es exactamente lo que ocurre con la inteligencia general.

La inteligencia general, también llamada factor "g", se refiere al concepto propuesto en los inicios de la psicología de que existe una capacidad cognitiva global en cada persona que puede medirse, distinta de cada capacidad cognitiva en sí, y que influye en todas las demás capacidades como el razonamiento, el conocimiento, la percepción y otras.

En la práctica, esto significa, como explica detalladamente el profesor Jensen en "The g factor: psychometrics and biology", que las personas que obtienen puntuaciones superiores a la media en cualquier tarea tienden a obtener también puntuaciones superiores a la media en cualquier otra tarea, mientras que las que obtienen puntuaciones inferiores a la media tienden la mayoría de las veces a obtener puntuaciones inferiores a la media.

Por ejemplo, supongamos que nos centramos en las personas A y B. Si decimos que A es mejor en razonamiento, pero también en tareas de conocimiento y perceptivas, mientras que B es peor que A en todas ellas, podemos decir que A tiene mayor inteligencia general que B. Dado que podemos observar este efecto en la población, algunos investigadores piensan que debe existir alguna causa común que explique por qué alguien más inteligente tiende a rendir mejor en la mayoría de las tareas que alguien menos inteligente. En palabras de Linda Gottfredson (1998), una capacidad general que "impregna" el resto de capacidades cognitivas. Pero no todos los investigadores están de acuerdo en que exista tal capacidad general, como veremos.

La diferencia entre el factor “g” y el CI

La diferencia entre "g" y CI es muy pequeña, pero es importante entenderla. Cuando hablamos de "g" nos referimos a la inteligencia general precisa y exacta que tiene alguien. Algo que no podemos saber realmente porque siempre medimos con cierto grado de error.

Por otro lado, el CI se refiere al nivel global de inteligencia que tiene alguien según un test de CI específico que se administró un día determinado en unas circunstancias concretas y se comparó con una muestra específica de personas. Todos los tests de CI sufren un cierto grado de error y otros factores, como el estado de ánimo, el sueño y otros, pueden influir un poco en el rendimiento de un día determinado para bien o para mal.

El profesor Ortiz (2015) explica que los test de CI son como muestras de comportamiento. Por lo tanto, cuando hablamos de CI, debemos hablar de CI en una prueba específica. Obviamente, la medición del CI trata de predecir "g" con la mayor precisión posible. Un buen enfoque para obtener un resultado sólido del CI es realizar varias pruebas de CI. Cuantas más "muestras" de inteligencia se tengan, más potente será la predicción, y el CI y "g" estarán más cerca el uno del otro. "G", como muchas otras variables psicológicas como el miedo o el amor, es imposible de medir directamente y por eso los psicólogos la consideran una variable latente o constructo.

El debate histórico sobre el factor “g”

La primera propuesta relevante sobre "g" se encuentra en la famosa teoría de los dos factores de Spearman a principios del siglo XX. Spearman, un experto en estadística, propuso que había un factor de inteligencia general en la cúspide, y muchas habilidades específicas diferentes que nacían de él. Surgieron teorías competidoras, y por ejemplo Thurstone contradijo a Spearman proponiendo que la inteligencia estaba formada por siete capacidades de inteligencia independientes y que no existía una única "g". El debate no había hecho más que empezar.

El discípulo de Spearman, R. Cattell, cuya teoría bifactorial de la inteligencia fluida y cristalizada allanó el camino para la teoría más probada de la inteligencia, el modelo CHC, también rechazó el concepto de "g" tras su aceptación inicial. Más tarde, Horn amplió la "teoría Gf-Gc" de Cattell con numerosas capacidades como el procesamiento visual o la memoria, y rechazó con más fuerza la importancia de "g", a la que consideraba no más que un cálculo estadístico sin sentido.

Schneider y McGrew (2012) recitan las palabras de Cattell al respecto: "Obviamente, "g" no reside más en un individuo que los caballos de potencia en un motor. Es un concepto derivado de las relaciones entre un individuo y su entorno".

Si las teorías más avanzadas descartaban la "g", eso cambiaría por completo cuando John Carroll publicó en 1993 su enorme análisis de más de 400 estudios previos sobre inteligencia en su obra "Human Cognitive Abilities". En su análisis estadístico, observó que los resultados en los tests se explicaban casi en un 50% por un factor de inteligencia general que influía en las capacidades de nivel inferior. Por tanto, teorizó que la inteligencia tenía tres niveles y que en la cúspide se situaba el factor "g", que influía en todas las demás capacidades.

El estado actual sobre el factor “g”

Del mismo modo que en los comienzos de la investigación psicológica se debatía sobre la existencia de "g", hoy en día sigue estando la pregunta abierta. Pero la cuestión ya no es si se puede calcular un factor "g" a partir de los datos, que sin duda se puede, o correlacionarlo con variables externas, lo que se ha hecho con éxito muchas veces, sino si G es solamente un mero cálculo estadístico sin significado real o si por el contrario refleja la existencia de una capacidad psicológica global real.

Un reflejo del debate en curso puede encontrarse en la teoría actual más probada sobre la inteligencia, el modelo CHC, que es una teoría jerárquica que afirma que la inteligencia se compone de varias capacidades, y a la que la mayoría de los investigadores incluyen la "g" en el modelo, pero no todas.

Otra teoría importante en la actualidad es la propuesta por Johnson & Bouchard en 2005, que afirma que la inteligencia puede concebirse mejor como un "modelo g-VPR". Según esta teoría, existe un factor de inteligencia general y tres factores de nivel medio: verbal, perceptivo y rotacional/cinestésico. Una vez más, también se pueden evaluar las capacidades de nivel medio ignorando el factor G.

Desde un punto de vista clínico, la mayoría de los tests de inteligencia están preparados para el cálculo de una capacidad global, pero su importancia se ha reducido mucho y la mayoría de los psicólogos prestan más atención al perfil diferencial de las capacidades de inteligencia.

La menor importancia dada al factor G no debe llevarnos a la trampa de pensar que no es importante, porque sí que lo es. Como explica Brody (2000), varios estudios han descubierto que G es muy predictiva de muchos resultados relevantes en la vida, como el éxito académico, los ingresos o incluso la probabilidad de divorcio, una cuestión que explicamos en profundidad en nuestro artículo sobre CI y éxito. Y los estudios de gemelos criados por separado han descubierto que ⅔ de la correlación entre CI y resultados se debe a los genes, lo que representa un enorme indicio de que hay un factor general de inteligencia basado en los genes es el responsable.

La inteligence en los animales nos da pistas

Como explica el profesor Anderson (2000), cuando los científicos han estudiado la inteligencia de las ratas utilizando distintos tipos de tareas, han descubierto que las ratas que hacían bien un tipo de tarea (digamos, por ejemplo, de razonamiento aplicando conocimientos previos a tareas nuevas) solían hacerlo bien en otras tareas (como la atención a la novedad o la flexibilidad de respuesta).

Lo mismo ocurrió cuando los investigadores Shaw, Boogert, Clayton y Burns (2015) desarrollaron una batería de pruebas con aves para medir diferentes capacidades cognitivas de las cintas (con tareas como reconocer símbolos o memorizar posiciones), descubriendo que aquellas aves que lo hacían mejor en una tarea tendían a hacerlo en otras. En otras palabras, la investigación con animales apoya la idea de que una capacidad global como el factor G estaba en juego y explica muchas de las subcapacidades. Si quieres saber más sobre la fascinante inteligencia de los animales, consulta nuestro artículo sobre inteligencia animal.

El hecho de que tanto los estudios en humanos como en animales respalden la existencia de una capacidad cognitiva general que influye en toda la cognición, ha llevado a muchos investigadores a pensar que futuras investigaciones descubrirán las causas que subyacen al factor G, que probablemente podrían residir en la neurología. Como dice el profesor Jensen (2000) "Comprender [el factor G]..., a nivel causal, exige la participación de la genética molecular, las ciencias del cerebro (incluidos los modelos animales) y la psicología evolutiva".

La relación observada entre G y factores neurológicos como el tamaño relativo del cerebro, la velocidad de transmisión de la señal, el número de conexiones de las neuronas, la amplitud y latencia de las ondas cerebrales, y otros sobre los que puede informarse en nuestro artículo "¿Dónde está la inteligencia en el cerebro?", indican que una o más características biológicas del cerebro podrían ser la causa de la inteligencia general en humanos y animales.

En conclusión

En nuestro rápido repaso del concepto de inteligencia general, hemos visto que el factor "G" es una medida importante y predictiva de nuestra inteligencia que no se comprende del todo. Concebida como una capacidad cognitiva global que impregna todas las habilidades, se ha encontrado tanto en humanos como en animales.

El debate científico actual gira en torno a si el factor G es sólo un cálculo estadístico sin significado psicológico real, o si realmente existe una capacidad de inteligencia general. Algunos investigadores señalan la fuerte asociación entre G y variables externas como el éxito académico y laboral como prueba de su existencia, y muchos piensan que probablemente G se explica por uno o varios factores neurológicos que afectan a todas las capacidades.